María Florencia Menapace
Lenguaje Visual V-Cát.Alonso
Primer Cuatrimestre 2020
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Una de las formas de comprender a Fluxus es verla como una actitud, una manera de vivir, que propone romper las barreras de la experiencia artística y la experiencia de la vida cotidiana. Surge como respuesta contestataria a una forma tradicional y conservadora del arte, de la cultura seria y burguesa.

Fluxus como su nombre lo indica es flujo y movimiento, se posiciona de la vereda contraria del establishment, el mercado del arte, las estructuras, la técnica y los valores establecidos. Explora el concepto de no-arte, ocupando espacios que aun no habían sido ocupados dentro de las categorizaciones rígidas de arte tradicional.

Alejado de convenciones, abre la posibilidad de la sensibilidad artística a lo cotidiano, se abre la interpretación de las obras, queda abierta al publico, donde la cantidad de interpretaciones es igual a la cantidad de espectadores. Ocurre el acto creativo, donde no es el autor, sino el publico quien completa, finaliza y da sentido a la obra. La interpretación queda temporal y espacialmente abierta; el concepto de autor queda totalmente disuelto, cualquiera puede ocupar ese lugar y cualquier cosa puede sustituir al arte.

Como artistas nos invita a jugar, a encontrar magia en lo cotidiano, y a poner el cuerpo; a corrernos del lugar central y egocentrista que propone el mercado. Re-preguntarnos nuestro rol y nuestra función dentro de la obra y dentro de la cultura.
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No podemos concebir Fluxus sin paradoja, ya que sus propuestas, irreverentes y a veces consideradas sinsentido, cuestionan constantemente las concepciones de arte, llevándola constantemente al borde de sus significados. Hoy podemos ubicar a Fluxus coincidente con el final de un periodo de conservadurismo y restauración, virando hacia una nueva forma de concebir la cultura y la política. La estética de negación que llevaban como estandarte inevitablemente nos lleva a leer paradojas entre lo que pretendían y sus acciones.

Como ejemplo de una de estas paradojas, voy a utilizar esta supuesta no frontera que existe entre el público y el autor de la obra, o la prescindibilidad del artista.
No puede negarse que las performances Fluxus interpelan al espectador, lo corren del lugar de confort de lo ya sabido, y que se abre el espacio para que cada espectador saque sus propias conclusiones o interrogaciones sobre lo que ocurre frente a ellxs. Sin embargo para poder captar la belleza de lo cotidiano, para dejar a los sonidos ser ellos mismos, para abrir espacios lúdicos donde antes no existían es necesario un artista como intermediario. Es necesario que exista ese artista que reflexione, se repregunte lo ya dado y proponga una nueva forma de concebir la cultura y la vida cotidiana.
”Todo puede ser arte y cualquiera puede hacerlo” existe sólo en potencia. Quizá es esta forma de revelarse contra el concepto de artista como genio creador, ajeno a su contexto, contra el ego y la mercantilización del arte, contra el arte conservador lejano del público.
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Tomo como ejemplo Voice piece for soprano de Yoko Ono, y no me parece menor esta selección de su performance en el año 2010. Considero que Fluxus como movimiento aún nos deja muchos interrogantes en la actualidad, hay estructuras dentro de la esfera artística que siguen siendo controversiales. Para simple pero sigue resonando en mi el hecho de gritar en un museo, o el dicho popular de “cualquiera puede hacer eso”. Creo que aún nos queda mucho por aprender de Fluxus, más allá de la contradicción que surge a partir de la lectura de sus performances; a la hora de pensar formas de hacer arte que cuestionen paradigmas que ya estan obsoletos en el pasado.